Las instituciones educativas son un lugar especial, ya que forman parte de las diferentes etapas del desarrollo desde la primera infancia, etapa en la que se empiezan a plasmar los hábitos alimentarios que seguirán a los estudiantes a lo largo de su vida. Puede que no lo sepas, pero los nutricionistas dicen que las unidades escolares de tiempo completo deben cubrir al menos el 70% de las necesidades nutricionales diarias de los niños y adolescentes, divididas en al menos tres comidas. La planificación del menú escolar, teniendo en cuenta la cultura y los hábitos alimentarios, así como la producción agrícola de la región, marcará la diferencia para una mejor aceptación entre los estudiantes.
Los expertos destacan que las escuelas entienden que el momento de comer puede ser una extensión de la propuesta pedagógica. Formando hábitos alimentarios saludables con valores culturales, sociales y emocionales. Algunas escuelas han adoptado el sistema de preseleccionar algunas opciones y darles a los estudiantes el poder de elegir. Esto promueve la autonomía y una mejor aceptación de los alimentos. Tanto las escuelas públicas como las privadas insisten en que guiar a los niños y jóvenes ayuda a promover la educación alimentaria y nutricional para que puedan tomar las mejores decisiones alimentarias para desarrollarse mejor física e intelectualmente. Muchas escuelas, en asociación con sus maestros, han desarrollado algunas estrategias para promover una buena nutrición de una manera saludable y placentera. Estos pueden incluir: Promover actividades relacionadas con la comida, clases de cocina, hablar sobre la comida y su origen en el aula y obviamente tener a la familia como principal aliado en esta propuesta de alimentación saludable.
Puede comenzar agregando algo de fruta fresca. Pídale a su hijo que elija su favorito. Lo mismo ocurre con las verduras. Los crujientes son los favoritos. Por supuesto que les encantan los lácteos, así que les puedes poner yogur, leche o queso en barra, por ejemplo. Los alimentos con almidón también funcionan bien, como pan de frutas, panecillos o galletas saladas. Y el último, pero no menos importante: ¡Agua! Los niños tienden a olvidarse de beber agua y, dado que la envía en su lonchera, es posible que se acuerden de beberla.
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